Regresó armada de escoba y recogedor con ganas de acabar rápidamente con esa faena tan desagradable. Los cristales estaban esparcidos por toda la habitación. ¡Qué desastre! Cómo iba ella a imaginarse que encontraría a la doncella con sus zapatos de cristal en los pies y su marido entre los brazos.
Margarita del Brezo, Cenicienta.