Menuda suerte, ¡el fantasma de la Navidad! Ni me lo pensé: le di la mano entusiasmado y fuimos a descubrir cómo sería la Navidad sin mí.
El paseo estuvo curioso, volando y tal. Pero, incapaz de apreciar nada anormal, lo miré, se encogió de hombros y se fue sin más.
Álex Garaizar