He tenido una vida larga y fructífera. Crecí con todo lo que se puede desear al alcance de mi mano, y la mayoría de las veces ni siquiera tuve necesidad de pedirlo.
Mi belleza ha sido la protagonista de las más ardientes fantasías. Me han vestido de perlas, me han escrito bellos poemas de amor y reconocidos artistas han erigido soberbias estatuas en mi honor.
Surcar los océanos, tocar las estrellas o dormir arrullada por el canto de las caracolas son sólo ejemplos de las aventuras fabulosas que he vivido en primera persona y que muchos ni siquiera se han atrevido a soñar.
Sin embargo, y a pesar de mi legendaria existencia, siempre me ha costado aceptar que las sirenas no podamos montar en bicicleta.
Margarita del Brezo, Una espina clavada.