Siempre me preguntas lo mismo: "¿Para qué quiero estudiar si yo voy a trabajar en el campo?" o "¿Para qué quiero estudiar Lengua si voy a ser peluquera?". No sabes nada de la vida; y no lo sabes porque lo tienes todo. A pesar de que en casa no entra mucho dinero, nunca te ha faltado de nada, porque tienes unos padres que se parten el lomo por ti para que, precisamente, nada te falte: tienes tu móvil, tus sudaderas un tanto horteras, te pagan tus botellones, tus videoconsolas. De puta madre todo.
Pero la vida no tiene nada que ver con la burbuja utópica en la que os envolvemos durante toda la ESO. La vida es una putada; y no te espera, no te comprende y no te hace recuperaciones. ¿Crees que cuando vayas a echar una beca fuera de plazo te van a aceptar la solicitud? Aquí puedes traer la autorización para una excursión cuando te salga del alma, hasta te la cogemos en la misma puerta del bus: pobrecito, no se vaya a traumatizar. ¿Crees que si no llegas a la nota media del ciclo que quieres estudiar vas a entrar por tu cara bonita? No, te vas a quedar en tu casa y te vas a comer tu título de secundaria con patatas.
La vida no es la ESO, desconfía de todos aquellos que quieren que seas feliz entre los 12 y los 16. Cuando seas mayor de edad les vas a importar un pimiento: "Hicimos todo lo que pudimos, adaptamos las asignaturas que no aprobaba, firmamos compromisos educativos por su mal comportamiento, le hicimos rellenar cuatrocientas doce fichas de reflexión... no entiendo qué pudo pasar". Pasó que menos prepararos para la vida, hacen con vosotros de todo; y luego, en tu ciclo, cuando te pongan un examen de más de dos temas, no vas a tener genitales de aprobarlo. No porque seas tonto, sino porque no te hemos enseñado a estudiar, ni a esforzarte, ni a pensar. Y dejarás el ciclo y volverás a tu casa con un papel que pone que has terminado la ESO y que ya me contarás para qué te sirve. Pero los que quisieron hacerte feliz hasta los 16, hicieron todo lo que pudieron, no vayas a pedirles cuentas. Estarán liados con otra generación.
¿Qué clase de contrato vas a firmar, si no te enteras de lo que pone en los textos que leemos en clase? Cuando te des cuenta, y eso con suerte de que te contraten, habrás estampado tu firma sobre un sueldo de mierda o sobre una jornada laboral eterna. Y si no haces lo que te dicen y como te lo dicen, a la calle. No eres especial, hay treinta más como tú deseando coger ese hipotético puesto de trabajo. Hipotético significa supuesto. Supuesto, imaginado.
No te hace falta el Romanticismo para trabajar en el campo, tampoco para coger rulos, pero sí para saber que, hace doscientos años, unos cuantos tuvieron el valor suficiente para hacerles frente a las normas de una sociedad que creían injusta, con la que no se sentían identificados. Y tú, que no tienes referentes culturales, que leemos cualquier texto y, en cada línea, hay tres palabras que no entiendes porque es la primera vez que las escuchas, pensarás que hay cosas imposibles porque, simplemente, mientras rellenabas fichas de reflexión, nadie te enseñó que, antes que vuestra merced, varias generaciones ya lo habían conseguido.
Cuando te hablen desde el atril, aplaudirás como un idiota, te creerás sus monsergas; y todo porque no tienes sentido crítico. Porque nos tienen tan ocupados con la burocracia y con las nuevas triquiñuelas de cada ley educativa que nos imponen para aprobaros por la cara que ya no os enseñamos a pensar. Te echarás piedras sobre tu propio tejado sin darte cuenta, pero luego irás al bar y, en la barra, repetirás lo que quieren que repitas y, entre tus chapucillas y el paro, irás tirando.
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