El comandante traza un plano de la batalla en la tierra seca. Pone mucho cuidado en la ejecución, gran meticulosidad en el reparto de posiciones, hace un cálculo exacto de la capacidad del enemigo y de las posibilidades en favor o en contra. Pero al final la batalla se gana por mera casualidad o por la iniciativa renuente de dos o tres bravos que no entendieron nada de las explicaciones, que no saben nada, que no pueden diferenciar la estrategia de la táctica –que ni siquiera conocen estas palabras.
Guillermo Cabrera Infante, Vista del amanecer en el trópico, Seix Barral, Barcelona, 1974.