H. G. Wells: “History is a race between education and catastrophe”.

domingo, 15 de noviembre de 2015

4º CC.SS. - TEMA 3 - Polución en el Londres victoriano


A principios de la época victoriana, el carbón ardía en Inglaterra en cantidades prodigiosas. Una familia típica de clase media podía quemar una tonelada de carbón al mes y, de repente, la Gran Bretaña del siglo XIX se llenó de familias de clase media. En 1842, Gran Bretaña consumía dos terceras partes de la totalidad del carbón producido en el mundo occidental. Y en Londres, el resultado de ello no era otro que una oscuridad casi impenetrable durante la mayor parte del año. En uno de los relatos de Sherlock Holmes, éste tenía que encender una cerilla —en plena luz de día— para leer algo escrito en una pared. Tan complicado era orientarse, que la gente andaba tropezándose con las paredes o cayendo en agujeros invisibles. En un famoso incidente, siete personas cayeron una tras otra al Támesis. En 1854, cuando Joseph Paxton sugirió la construcción de un «Gran Cinturón Ferroviario» de dieciocho kilómetros que uniese las principales estaciones de Londres, propuso construirlo bajo cristal para que los pasajeros quedasen aislados del insalubre ambiente de la ciudad. Por lo que se ve, resultaba más atractivo estar encerrado con el humo espeso de los trenes que en el exterior, con la espesa niebla de todo lo demás.

El carbón estaba en prácticamente todas partes: ropa, pintura, plantas, muebles, edificios y sistemas respiratorios. En semanas de niebla mala, el número de fallecimientos registrados en Londres podía aumentar en un millar. Incluso las mascotas y los animales del mercado de carne de Smithfield morían en cifras desproporcionadamente altas.

El humo del carbón era especialmente nocivo para los edificios de piedra. Edificios nuevos y radiantes se deterioraban con alarmante rapidez. 

Bill BRYSON, En casa, RBA, Barcelona,  2014.