La Guerra de Sucesión en la península |
España y Europa se enfrentaron en 1700 -como también lo hacen hoy por razones distintas- a una catástrofe histórica: Carlos II muere sin descendencia. Va a jugarse una partida en el gran tablero mundial. Aunque el Monarca ha legado el Trono en su testamento a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y príncipe europeo con mejor derecho, las grandes potencias buscan sacar provecho de este drama dinástico.
Inglaterra, Holanda y otros reinos temen la total hegemonía franco-española, pues su alianza dinástica no ha disipado la amenaza de que una misma persona reine en Francia y España. No mucho después de que Felipe V sea proclamado en Castilla y Aragón, Leopoldo I, Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, postula a su hijo menor, el Archiduque Carlos de Habsburgo, con el apoyo militar de esas potencias.
Otra partida empieza a jugarse en el pequeño tablero de la política española: Cataluña, Valencia y Baleares apuestan por el candidato austriaco, no tanto por temor a que el centralismo borbónico se imponga, pues Felipe V ha respetado los fueros de Navarra, las Vascongadas y Aragón; sino porque aspiran a un acuerdo privilegiado (una suerte de nuevo «pacto fiscal») como premio por su apoyo: abrir el comercio con América, algo exclusivo de Castilla. Aragón se sumará tras las primeras victorias austracistas.
Tulio H. Demicheli, La verdad sobre el condado de Cataluña.
ABC, domingo 30 de septiembre de 2012.