En casa estamos solos mi mascota y yo. Yo me paso el día fuera, en el trabajo, y al volver, en cuanto me oye entrar, viene corriendo a saludarme moviendo la cabeza y la cola en señal de reconocimiento. Después de cenar, para compensarla, todas las noches, mientras yo me siento en el balcón a observar las estrellas, dejo que ella salga por ahí y se desfogue. Es el único momento en que puedo dejar que mi mascota vuele sin que la vean los vecinos. Después, al cabo de un rato, silbo y mi dragón regresa conmigo.
Luis Goróstegui, Mi mascota y yo.