H. G. Wells: “History is a race between education and catastrophe”.

domingo, 19 de diciembre de 2010

4º E.E.C.


Grandes movilizaciones juveniles en Europa; en España, botellón navideño
“Hay países con mayor tradición de defensa de los derechos, como es el caso de Francia, y eso que hace que las movilizaciones estudiantiles sean más efectivas y tengan un impacto más importante en la sociedad”. Para Fermín Bouza, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense, los jóvenes no hacen otra cosa que reflejar el grado de cultura cívica de un país y el de España es ciertamente bajo, “ya que aquí apenas se valora la participación, la defensa de los derechos o la conciencia del bien común”.

Para José Manuel Sánchez Duarte, profesor de periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, los jóvenes se mueven en una suerte de fatalismo que oscila entre la idea de fondo de que nada va cambiar y la sensación de que toda acción colectiva es una pérdida de tiempo. “Olvídate de ese joven que luchaba por su futuro, que quería mejorar las condiciones de vida en que vivieron sus padres. La gente es cada vez más crítica, pero no con el poder, sino con la movilización. Vivimos en una sociedad muy pasiva, en la que los jóvenes argumentan que no tienen tiempo para actividades reivindicativas”.

Para Pablo Moreno, profesor de Economía y Empresa de la Universidad San Pablo CEU, esta anestesia juvenil está en gran parte causada “por unos padres que han dado todo a sus hijos y que han querido que no les falte de nada. Pero al no educarles en el espíritu de sacrificio y al ser excesivamente proteccionistas, han provocado que se muestren pasivos y dependientes de sus familias y que no sientan la inquietud de luchar por unos ideales”.

También ha de señalarse que esa falta de reacción frente a las situaciones que les incomodan no ha tenido lugar cuando ha afectado a asuntos de ocio. Parece que la indignación que surge cuando se prohíbe el botellón o cuando se cierran pronto los locales de copas sí cristaliza en manifestaciones, pero no lo hace cuando se les restringen sus posibilidades de futuro, lo que no deja ser paradójico. Para Bouza, “la juventud aprende de su contexto inmediato y se aplica las enseñanzas que recibe. España es una sociedad cortoplacista, y ellos, también. Si quieren beber y se lo prohíben, aplican esa lógica hedonista que ven en sus mayores, enfadándose porque creen que tienen todo el derecho a ello. Es un síntoma más de la falta de educación cívica”.


ELCONFIDENCIAL.COM, domingo 19 de diciembre de 2010

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