Lo había intentado muchas veces: en la cocina, en la ducha, que hay que ver cómo la dejó... Pero no, ella siempre llamando la atención. Tenía que ser en el salón.
Mírala, ahí está, inerte, y lo ha dejado todo perdido. Si al menos hubiese recogido las cuchillas de afeitar.
Javier Puchades, Desorden.