Vicente Pozuelo, médico personal de Franco, contactó con Antonio Piga, entonces Director del Centro Nacional de Especialidades Quirúrgicas. "Me dijo confidencialmente que Franco estaba muy mal, y que hablara con mi padre (Bonifacio Piga, catedrático de Medicina Legal) por si quería dirigir el embalsamamiento", cuenta el forense.
La llamada de teléfono más esperada llegaría el 19 de noviembre a las 10 de la noche. "Vicente Pozuelo nos dijo que nos preparásemos para salir hacia La Paz en cuanto recibiéramos otra llamada", recuerda Piga. El segundo telefonazo llegó exactamente a las 00.00 horas del 20 de noviembre. Llegaron al hospital media hora después y tras sortear a la prensa por la puerta de atrás.
Cuando entraron en la habitación de Franco (00.40 horas), se llevaron la primera sorpresa: nada hacía indicar que allí hubiera muerto alguien hacía pocos minutos, sino más bien hacía unas horas. "La habitación estaba vacía, libre de aparatos, y Franco estaba desnudo sobre la cama cubierto con una sábana. Habían sacado de la habitación todo lo que se podía sacar más allá de lo estructural de cualquier habitación de hospital", aclara Piga. Ni rastro de los aparatos que habían mantenido con vida a Franco durante su larga agonía.
El Confidencial, domingo 19 de noviembre de 2017
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