Las hordas vociferantes marchaban compactas sembrando el pánico a todo el que osaba asomarse a hurtadillas. Sus caras pintadas y vestimentas denotaban que venían preparados para la lucha. Algunos defensores iniciaron una escaramuza, pero fueron sofocados a la entrada del campo de batalla. Al final nos ganaron 1 a 3.
Javier Velasco Eguizábal