"La expresión 'Primavera de los pueblos' debe hacernos reflexionar sobre la naturaleza optimista de aquellas revoluciones. La confianza en un futuro mejor de igualdad y libertad, impregnó el espíritu de la época. Burgueses y obreros lucharon juntos, por última vez, en las barricadas contra aquellos que, amparándose en el control que ejercían del Estado y de la economía, sólo aspiraban a perpetuar su dominio. Las masas salieron a la calle para impulsar este movimiento de lucha democrática y, en muchos casos, nacional. Pero la irrupción de los obreros y sus reivindicaciones sociales trastocó los sueños de la burguesía, que se sintió, en medio del temor a una revolución social, obligada a separarse de una clase obrera que tomaba conciencia de que su lucha iba más allá de las ilusiones de igualdad legal y de libertad política que deseaba la burguesía."
Eric J. Hobsbawn: La era del capitalismo (1977).“Las revoluciones del 48 cuentan con un componente social nuevo y de gran importancia para el desarrollo de futuros acontecimientos en Europa: se trata del proletariado, que asciende con fuerza y con conciencia de clase; y considera necesaria su intervención en el Estado para poder llevar a cabo reformas de tipo social, como la limitación del horario de trabajo, el salario mínimo, etc.
Así pues, los conflictos sociales se presentan en 1848 como una lucha de clases triangular, con dos burguesías (la grande y la pequeña) y la masa popular. Contra la gran burguesía se hará la revolución de febrero, aunque después las dos burguesías volverán a soldarse ante el peligro social y aislarán a su vez al proletariado.”
Jacques Droz: Restauración y revolución en Europa (1984).