Mariam y Aya |
Mariam acudió a una óptica en Madrid, en un barrio acomodado, en la que necesitaban urgentemente a un operario. La joven fue como siempre, sin muchas esperanzas, casi resignada, pero sin ninguna intención de quitarse el pañuelo. La entrevistó la jefa, Pilar Bonilla: "Al principio, cuando entró, y la vi con el velo y una gabardina marrón, pensé que no. Pero luego, cuando le oí, cuando vi el currículo, me di cuenta de que la chica valía, de que a mí me hacía falta urgentemente alguien para el turno de tarde y de que por qué no. Ha habido clientes que se han quejado, cuatro o cinco, que me dijeron que si ahora la óptica era multirracial y que habían decidido venir sólo por la mañana (cuando Mariam no está). Pero las ventas han subido en el turno de tarde y todos estamos encantados...".
Una tarde, en una cafetería, Mariam, nacida en Alcorcón, conoció a Aya Alwalid, una chica de 28 años, nacida en El Cairo, licenciada en filología hispánica, que llegó a España en 2002 para redactar una tesis doctoral de literatura comparada. Aya es musulmana, pero no se pone el pañuelo. Y su vida, aun siendo extranjera, es mucho más fácil que la de Mariam por el simple hecho de pasar más inadvertida.
Aya lleva el pelo suelto no por rebeldía. Ni por rechazo. Ni siquiera por sentirse más libre. Tampoco para ahorrarse los problemas y dificultades que acosan a Mariam. Asegura que la decisión de llevar pañuelo o no es un asunto privado que se juega a tres bandas entre ella, su aspecto y su religión; y que nadie más interviene, ni intervendrá.
Antonio JIMÉNEZ BARCA, Todo lo que esconde un velo.
El País, domingo 4 de mayo de 2008.