La modernización de la agricultura española es un proceso complejo que entraña reforma de las estructuras, incremento en la rentabilidad y eficiencia de las explotaciones, adecuada política de investigación y uso de la tecnología, mejora en la comercialización y en general, todo un conjunto de medidas que provocan como consecuencia la reducción de la población activa.
La reducción de la población activa agraria como porcentaje del total de la población activa no es pues un objetivo a conseguir, sino una realidad que se está produciendo y se va a seguir produciendo como consecuencia de la evolución de las cosas. Tampoco es una realidad nueva: no hace falta irse a la década de los sesenta (en el periodo 1964-1966 abandonaron el campo español más de 600.000 trabajadores) para observar que del 17,8% de población activa agraria que teníamos en 1980 hemos pasado al 11,2% en 1990.
Sin embargo, y a pesar de ello, no sólo seguimos muy lejos de la media comunitaria (en torno al 7%), sino que la evolución previsible del contexto internacional en que se desenvuelve nuestra agricultura permite asegurar que en el plazo de una década el porcentaje global de población activa agraria en España, se irá aproximando a esa media comunitaria.
El País, martes 28 de mayo de 1991.
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