Una vez un águila preguntó a un cuervo:
—Dime cuervo: ¿por qué tú vives en este mundo trescientos años y yo sólo treinta?.
El cuervo le contestó:
—Porque tú bebes sangre viva y yo me alimento de carroña.
El águila pensó: Voy a intentarlo yo también. Volaron juntos el águila y el cuervo. Vieron de pronto un caballo muerto, bajaron y se posaron encima de él. El cuervo empezó a dar picotazos y a alabar la comida. El águila dio un picotazo, luego otro, después agitó un ala y dijo al cuervo:
—No, amigo mío; mejor que alimentarse de carroña trescientos años, prefiero saciarme una vez de sangre viva y luego sea lo que Dios quiera.
Aleksandr PUSHKIN, La hija del capitán.