Hacía mucho tiempo no escuchaba tantos elogios ajenos: un buen hombre, esposo ejemplar, empleado eficiente, excelente ser humano. Jamás se sintió tan querido.
Intentó levantarse para agradecer los cumplidos y saludar a todos los presentes, pero fue inútil: pese a todos sus intentos, la tapa del ataúd permaneció firmemente cerrada.
Daniel Castillo, Exaltación.