Tenemos órdenes de ser implacables si un compañero se queda parado de miedo.
Siento estar detrás de él en la fila, pero respiro hondo, lo empujo y cumplo con el deber.
Al tocar tierra sé que extrañaré a mi mejor amigo y un gran despistado, que olvidó ponerse el paracaídas.
Ángel Saiz Mora, Obediencia debida.