Poco podía suponer el serbio Gavrilo Princip, asesino del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, que el disparo que alcanzó mortalmente al heredero de la corona austriaca, y sobrino del emperador Francisco José I, iba a desencadenar la guerra europea. En el origen del magnicidio estaba el resentimiento de un pueblo en el que, pese a haber conseguido la independencia, casi la mitad de sus integrantes se encontraban atrapados en la doble monarquía del Imperio austro-húngaro.