Dobla con cuidado todos sus sueños y los guarda en su maleta, junto con la necesidad de comenzar una vida nueva. Se dirige al lejano y deseado paraíso.
Amanece mancillada sobre la mugrienta cama de una habitación cerrada.
Dos lágrimas teñidas de rojo neón resbalan por su piel de ébano.
Pilar Alejos, Destino: Paraíso.