Después de haber vertido mucha sangre, unos guerreros turcomanos saquearon un pueblo. Capturaron a dos campesinos y decidieron matar a uno de ellos. Mientras lo ataban, el campesino preguntó:
-¿Por qué matarme así, sin razón?
Los guerreros respondieron:
-¡Para atemorizar a tu amigo y forzarlo a que nos revele dónde ha ocultado su oro!
El campesino exclamó:
-¡Pero él es más pobre que yo! ¡Mejor matadlo a él y, entonces yo, presa del terror, os diré dónde he escondido mi oro!
¡Es un favor de Dios que vivamos hoy y no en aquella época!
Yalal al-Din Rumí, 150 cuentos sufíes.