Víctor Arribas, Goof! Los mejores gazapos de la historia del cine, Espasa, Madrid, 2017.
H. G. Wells: “History is a race between education and catastrophe”.
viernes, 20 de abril de 2018
El rodaje más mortífero de la historia del cine
Hay en la historia de Hollywood rodajes que transcurrieron plácidamente pero cuyos efectos fueron terribles años después. El conquistador de Mongolia (1955) es un caso sobrecogedor que confirma esa teoría. El magnate propietario de la RKO, Howard Hughes, planteó como siempre de forma grandilocuente la adaptación de una biografía de Genghis Khan, el héroe mongol que unificó las tribus del norte de Asia para construir uno de los grandes imperios de la civilización. Pese a las advertencias que recibió el dueño del estudio, los trabajos para filmar el guión de Oscar Millard sobre la vida del guerrero asiático se trasladaron a una zona de riesgo por las recientes pruebas nucleares que se habían realizado apenas un año antes. Fue uno de los mayores errores que pueden glosarse en el cine moderno, como lo fue también para una estrella como John Wayne aceptar un papel que le obligaba a interpretar a un hombre de rasgos asiáticos y a someterse a un maquillaje especial que rasgaba sus ojos hasta convertir su gesto en algo ciertamente ridículo. Hughes forzó la máquina, y obligó a todos los miembros del equipo técnico y artístico a desplazarse al Snow Canyon State Park (Nevada), a once millas de Saint George (Utah), cuya población denunciaría años después los efectos de la prueba atómica realizada el 19 de mayo de 1953 en la zona de Yucca Flat. Una epidemia de cáncer se había producido en la localidad, pese a la distancia que les separaba del lugar del experimento con la bomba atómica. El destino fue cruel para muchos de los que intervinieron en esta película. Noventa miembros del reparto y empleados técnicos contrajeron diferentes tipos de cáncer, incluidos el director y productor Dick Powell y los actores Wayne, Susan Hayward, Pedro Armendáriz. Cuarenta y seis de ellos fallecieron por esta enfermedad. El goteo incesante de muertes relacionadas con el polvo radiactivo se sucedió durante décadas: la bella Hayward murió con solo 57 años por un tumor cerebral; Armendáriz desarrolló un cáncer de riñón que le llevó al lecho de muerte; Powell padeció un linfoma que le provocó la muerte en Los Ángeles en 1963; Wayne padeció un cáncer de estómago por el que terminaría falleciendo, tras muchos padecimientos, en el verano de 1979. Otra de las estrellas del cast, Agnes Moorehead, había muerto por un cáncer de útero en 1974. Predestinación, afección real por exposición a un peligro nuclear, o simple coincidencia, lo cierto es que el rodaje de El conquistador de Mongolia se recuerda como el más mortífero desde que se ruedan películas.