El artista ordenó los bártulos, limpió y allanó la superficie con sus propias manos y se dispuso a mezclar los tintes. Tras agotadoras jornadas a la luz de una pobre antorcha, dio por finalizada su obra. Nacido en el corazón de sus fervientes admiradores, un emocionado "uggg" resonó en Altamira.
Rafa Sastre, Obra maestra.