H. G. Wells: “History is a race between education and catastrophe”.
miércoles, 29 de febrero de 2012
2º CC.SS. - TEMA 7 - Robin Hood en el torneo
–Y bien, Locksley –dijo el Príncipe Juan al arquero a quien quería humillar–; ¿te atreves a competir con Hubert, o te confesarás vencido, entregando tu arco, tus flechas y tu escudo al Persevante?
–Ya que no hay otro remedio, tentaré fortuna con la condición de que cuando hubiere tirado tres flechas al que se me señale, ha de tirar Hubert una al que yo le proponga.
–Está muy puesto en razón –dijo el Príncipe– Hubert, si vences a este fanfarrón, te llenaré de sueldos de plata la bocina que está destinada para el vencedor.
–Haré todo lo posible –respondió Hubert; mi bisabuelo llevaba un arco famoso en la batalla de Hastings, y espero mostrarme digno de él.
En esto se cambió el escudo que servía de blanco, se puso otro de las mismas dimensiones, y Hubert, que como vencedor de la primera prueba, tenía derecho a tirar el primero, apuntó detenidamente, calculó la distancia entretanto que tenía el arco encorvado, y puesta en su lugar la flecha, se avanzó un paso, levantó el arco al nivel de la frente, tiró con fuerza de la cuerda hasta su oreja, y disparó la flecha clavándola casi en medio del escudo.
–No has atendido al viento –le dijo su competidor–, pues, en otro caso, hubieras acertado al blanco con más exactitud.
Diciendo esto, y sin detenerse a mirar, se situó Locksley en el paraje indicado, y disparó con tan poco cuidado, al parecer, cuando aún estaba hablando, que casi parecía no haber mirado al blanco; pero, no obstante, su flecha se clavó dos pulgadas más inmediata al centro que la de Hubert.
–¡Voto al Cielo! –exclamó el príncipe Juan mirando a Hubert–. Si te dejas vencer de Locksley, mereces ir a galeras.
–Aunque vuestra alteza mande ahorcarme, no haré más que lo que pueda: mi bisabuelo llevaba un arco.
–¡Maldito sea tu bisabuelo y toda su casta! –dijo el Príncipe interrumpiéndole–. ¡Prepara tu arco, desgraciado; apunta lo mejor que puedas, o pobre de ti!
Hubert bajo la presión de estas amenazas, se situó de nuevo en su puesto y acordándose de la advertencia de Locksley, calculó el efecto del viento sobre la flecha, y la disparó con tanta destreza que dió en medio del blanco.
–¡Viva Hubert! ¡Viva Hubert! –gritó entusiasmado todo el pueblo, mostrando más interés por su paisano que por el arquero desconocido–: ¡Viva Hubert!
–iNo harás mejor disparo, Locksley! –dijo el Príncipe con una sonrisa maligna.
–Yo haré que la flecha que voy a disparar despedace la de Hubert.
Y apuntando con un poco más de atención que la vez primera, tiró e hizo mil pedazos la de Hubert.
Walter SCOTT, Ivanhoe.