La lectura me sirve particularmente a despertar mi razón por diversos objetivos, y contribuye a atarear mi discernimiento. Costea todo el curso de mi vida y me asiste en todo momento; consuela mi vejez y mi soledad, descárgame del peso de una ociosidad pesada, me liberta a toda hora de las compañías que me fastidian, y debilita las acometidas del dolor cuando no es extremo y por entero no me domina. Para distraerme de una fantasía importuna, no hallo medio comparable al de echar mano de los libros, que me sumergen fácilmente en ellos y me la arrebatan; y no se me insubordinan por ver que sólo de ellos sirvo cuando las otras comodidades me faltan.
Michel de MONTAIGNE, Ensayos.