Los godos proceden del sur de Suecia, de una región que hoy en día se llama Götaland, cuya principal ciudad se llama Gotemburgo (Göteborg en sueco). Tradicionalmente se ha considerado que los godos habitaban originariamente Gotland, una isla alargada situada al este de Götaland. Al parecer vivieron en esa zona desde la Edad de Hierro. Hasta 1973, el rey de Suecia tenía también el título de rey de los godos (Götes konung).
Los godos cruzaron el mar Báltico y se trasladaron al centro de la Polonia actual, a orillas del Vístula. Según el historiador Jordanes, fue el rey Berig en el siglo I el que lideró la marcha de los godos entre Scandza (sur de Suecia) a Gothiscandza (orillas del Vístula), donde derrotaron a otros pueblos germanos como los vándalos, con los que se reencontrarían siglos después en Hispania.
Hacia el siglo III se encontraban los godos en el sur de la actual Ucrania, a orillas del Dniéper. Fue allí donde separaron en dos grupos: visigodos y ostrogodos. La palabra visigodo ha sido traducida como godo del oeste o godo ilustre. Algunos ostrogodos llegaron a habitar la península de Crimea donde su idioma se habló hasta el siglo XVIII.
Desde sus dominios en Ucrania, los visigodos realizaron las primeras incursiones en el territorio del Imperio romano, atacando las provincias de Mesia y Tracia. En el año 269 atacaron Tesalónica y Grecia central. Aureliano abandonó la Dacia a finales del siglo III, permitiendo el asentamiento de los godos en ese territorio.
A finales del siglo IV, los visigodos fueron atacados por los hunos, por lo que tuvieron que atravesar el Danubio. En 378, los visigodos derrotaron en la batalla de Adrianópolis al emperador romano Valente. Posteriormente, los emperadores romanos permitieron al pueblo visigodo, unos 200.000 hombres, mujeres y niños, asentarse en la Tracia (actual Bulgaria). En 395, Alarico se convirtió en rey de los visigodos. Los romanos le dejaron asentarse en Iliria (actual Croacia). En 401, Alarico atacó Italia. En 410, los visigodos saquearon Roma: la primera vez que la ciudad era invadida en más de siete siglos.
El sucesor de Alarico, Ataúlfo, firmó un pacto con el Imperio romano: los visigodos recibieron el sur de la Galia y el norte de Hispania. Como aliados de los romanos, los visigodos se enfrentaron en la batalla de los Campos Cataláunicos (451) a sus hermanos ostrogodos, que eran vasallos de Atila, el rey de los hunos.
En 507 los visigodos fueron derrotados por los francos y expulsados de la Galia. A partir de entonces, el Reino visigodo sólo tenía territorios al sur de los Pirineos. En 711, Rodrigo fue derrotado por los musulmanes en la batalla de Guadalete. En ese momento, los visigodos se habían mezclado con la población hispanorromana y probablemente ya habían dejado de hablar su propia lengua. Los reyes de Asturias, León y Castilla siguieron tomando nombres germanos (Alfonso, Enrique, Fernando) durante toda la Edad Media.
Documental que narra la historia de los godos a partir del siglo IV, cuando fueron empujados por los hunos.
Guerrero godo.
Página del Codex Argenteus que se conserva en la Universidad de Uppsala. A principios del siglo IV, el godo Ulfilas tradujo la Biblia a su idioma.
Los visigodos habían ocupado las provincias de Mesia y Tracia. El emperador Valente quería utilizarlos como soldados, pero los líderes visigodos se acabaron rebelando. En la batalla de Adrianópolis (378), la caballería visigoda arrasó a la romana. El emperador Valente encontró la muerte al frente de sus tropas.
En el año 410, los visigodos, dirigidos por su rey Alarico, entraron y saquearon Roma. Parte de los objetos robados fueron posteriormente encontrados por los musulmanes en Toledo cuando ocuparon la capital de la España visigoda a principios del siglo VIII.
Alarico murió poco después del saqueo de Roma. Como no quería que su tumba fuera mancillada, había ordenado que le enterraran en el lecho de un río.
En la batalla de los Campos Cataláunicos, se enfrentaron visigodos, aliados de los romanos, y ostrogodos, que llevaban años sometidos a los hunos. Teodorico, el rey visigodo, murió al principio de la batalla, pero allí mismo Turismundo, su hijo, fue proclamado rey.
Orígenes y gestas de los godos
Jordanes cuenta como se separan visigodos y ostrogodos
Filimer, nada más comenzar a reinar, decidió salir de Gotiscandia al frente del ejército de los godos al que acompañaban sus familias. Mientras buscaba territorios y lugares convenientes y apropiados para establecerse, llegó a las tierras de Escitia, donde se quedó maravillado por la riqueza de estas regiones. Pero se cuenta que el puente por el que cruzaban un río se derrumbó cuando tan sólo la mitad del ejército lo había atravesado y no hubo manera de repararlo, de modo que ni los unos pudieron volver atrás ni los otros continuar adelante.
Hambruna de los visigodos y muerte de Valente
Sucedió a los visigodos lo que suele ocurrir a un pueblo que no está todavía asentado del todo en un lugar: sufrieron una hambruna. Sus personalidades más distinguidas y los jefes que ocupaban el puesto de reyes, a saber, Fritigerno, Alateo y Safraco, comenzaron a compadecerse de la situación de escasez que atravesaba el ejército y solicitaron a los generales romanos Lupicino y Máximo el establecimiento de relaciones comerciales. Pero ¿a qué excesos no lleva el afán desordenado de oro? Estos generales, empujados por la codicia, comenzaron a venderles no sólo carne de oveja y de buey, sino también cadáveres de perros y otros animales inmundos, y a tal precio, que les exigían cualquiera de sus propiedades por un solo pan o por diez libras de carne. Pero cuando ya no les quedan propiedades ni enseres, los avaros mercaderes les piden a aquellos a quienes apremiaba la penuria del hambre que les entreguen a sus propios hijos.
Estos hombres valerosos encontraron entonces la oportunidad que tanto andaban buscando y, prefiriendo morir en la guerra antes que de hambre, tomaron las armas para acabar con los generales Lupicino y Máximo. Fue verdaderamente aquel día el que puso fin al hambre de los godos y a la tranquilidad de los romanos, y los godos comenzaron a dar órdenes a sus amos no ya como fugitivos y extranjeros, sino como ciudadanos y señores, sometiendo a su dominio los territorios septentrionales hasta el Danubio. El emperador Valente se enteró de lo sucedido en Antioquía y se dirigió de inmediato a los territorios de Tracia al frente de un ejército. Allí sostuvo una lamentable guerra en la que vencieron los godos y tuvo que refugiarse herido en una finca cercana a Adrianópolis. Los godos, ignorando que el emperador se refugiaba en una casucha miserable, le prendieron fuego, como suele suceder cuando el enemigo está enfurecido, y el emperador pereció así abrasado junto con su séquito real.
Entierro de Alarico
Alarico es muy llorado por los suyos, que le tributaban un gran afecto. Desvían el curso del río Busento, junto a la ciudad de Cosenza (pues este río corre desde el pie del monte hasta la ciudad con sus saludables aguas) y reúnen a un grupo de prisioneros para que caven una tumba en medio del cauce del río. En el interior de este hoyo entierran a Alarico con muchas riquezas, vuelven a conducir de nuevo las aguas a su cauce y matan a todos los enterradores para que nadie pueda encontrar nunca el lugar.
Batalla de los Campos Cataláunicos
La batalla es atroz, confusa, cruel y encarnizada, totalmente distinta a cualquier otra de las que se libraron en la Antigüedad. Se cuenta que se vieron allí tales hazañas que el que se privara de contemplar este espectáculo jamás en su vida podría haber visto nada más extraordinario. Pues, si damos crédito a los más ancianos, un riachuelo que corre por una pequeña ribera del citado campo vio muy aumentado su caudal con la sangre de las heridas de los que habían caído en el combate. No creció por la lluvia, como suele suceder, sino que se convirtió en torrente repleto del insólito líquido en cruenta crecida. Y aquellos que acudieron a él acuciados por la sed que les provocaban las heridas recibidas se vieron arrastrados por sus aguas sembradas de muerte. Así, compelidos por su miserable suerte, bebieron la sangre que habían derramado los heridos. Entonces, el rey Teodoredo, mientras pasaba revista a su ejército para infundirle valor, cayó de su caballo y fue pisoteado por los suyos, muriendo a una edad ya bastante avanzada. Pero hay quien dice que lo mató una flecha lanzada por Andagis, que pertenecía al bando de los ostrogodos que estaban a las órdenes de Atila. Entonces los visigodos, separándose de los alanos, se lanzan contra las masas de los hunos y están a punto de matar a Atila, pero éste se percata de ello y actúa con rapidez, logrando escapar con los suyos y ocultarse en el recinto de su campamento que habían vallado con carros.
Jordanes, Orígenes y gestas de los godos, Cátedra, Madrid, 2001.