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Aunque muchos pakistaníes británicos todavía hablan las lenguas de su país de origen (urdu, que se ha abierto paso en las aulas británicas, punyabí, y otras lenguas indostánicas), la mayoría se expresa en inglés.
Una mayoría de británicos considera que el multiculturalismo ha hecho del Reino Unido un lugar mejor para vivir. Un pequeño grupo se muestra contrario a la presencia de población extranjera en el país. Generalmente, cuanto más bajo es el nivel educativo, mayor es el rechazo a la población de origen extranjero.
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Los partidos tradicionales, el Conservador y el Laborista, cuentan en sus filas con políticos de origen pakistaní. El laborista Nazir Ahmed fue el primer musulmán en acceder a la Cámara de los Lores en 1998. Bashir Ahmad, militante del Partido Nacionalista Escocés, fue elegido diputado del Parlamento escocés en las elecciones de 2007.
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Mi nombre es Karim Amir y soy un inglés de los pies a la cabeza, casi. A menudo me consideran un tipo de inglés curioso, de una nueva raza como quien dice, porque soy el fruto de dos antiguas culturas. Pero no me importa: soy inglés (aunque no me enorgullezco de ello), de los suburbios del sur de Londres, y quiero llegar a ser algo. Quizá sea esa extraña mezcla de continentes y de sangre, de aquí y allá, de pertenecer y no pertenecer a este lugar, lo que hace de mí una persona inquieta y que se aburre con facilidad. O quizá se deba a que me crié en los suburbios. En cualquier caso, de poco sirve buscar la razón última cuando basta con decir que lo que buscaba a toda costa eran problemas, movimiento, acción y cualquier tipo de aventura sexual porque, en nuestra familia, todo era tremendamente deprimente, tedioso y triste; no sé por qué. A decir verdad, todo aquello me cansaba y estaba dispuesto a cualquier cosa.
Y un buen día todo cambió. Por la mañana veía las cosas de un modo y cuando me acosté ya habían cambiado totalmente. Tenía diecisiete años.
Hanif KUREISHI, El buda de los suburbios, Anagrama, Barcelona, 1994.