H. G. Wells: “History is a race between education and catastrophe”.

lunes, 24 de marzo de 2014

Gran conciliábulo en Prusia Oriental

 

Muy lejos, en Prusia Oriental, había un gran conciliábulo de todos los comandantes de cuerpo de ejército alemán. Allí había Generaloberst y Generalfeldmarschall con hermosos pantalones bien planchados y orlados de rojo. La trencilla dorada de sus hermosos cuellos rojos rivalizaba en brillo con los diamantes de esas cruces de caballero que suelen colgar del cuello de esos apuestos caballeros… Con el monóculo en un ojo, estudiaban los inmensos mapas del inmenso frente, y se pasaban horas desplazando banderitas multicolores montadas en alfileres. Cada banderita representaba una división de dieciocho a veinte mil hombres que ellos desplazaban entre el pulgar y el índice. Destacar ante el pequeño Führer histérico, ser objeto de su satisfacción significaba siempre más poder, más honores, más gloria.

"Y pido que transmitáis mi saludo a los millares de hombres a quienes corresponderá la gloria de morir luchando por la patria y el honor de nuestro Ejército..."

Así habló nuestro comandante de cuerpo a los comandantes de la división de que formaba parte nuestro 27.º Regimiento Blindado. Después, el orondo asesino en masa, con medallas, con monóculo, lleno de dorados, saludó con aire marcial y regresó a su cuartel general. Lejos, muy lejos de primera línea, mientras los comandantes de división se dirigían a sus propios cuarteles generales divisionarios para preparar la ofensiva, a fin de que los cerdos con medallas, con monóculo, con dorados, pudiesen seguir jugando ante sus hermosos mapas de estado mayor con las banderitas, los lápices y los alfileres.

Sven HASSEL, La legión de los condenados, Plaza y Janés, Barcelona, 1992.