Brilló el asombro en las pupilas del viejo:
-Lo que es por mí, ya puede usted informarme.
La cabeza de Víctor osciló de un lado a otro:
-Bueno -dijo, al cabo-, así, en frío, mano a mano, no es fácil, compréndalo... Pero, en fin, lo primero que debemos decirle es que estas elecciones son fundamentales para el país.
-Ya -dijo lacónicamente el viejo.
-O sea, que es una oportunidad, casi le diría "la" oportunidad, y si la desaprovechamos nos hundiremos sin remedio, esta vez para siempre.
El rostro del viejo se ensombreció. Parpadeó por dos veces. Se tomó un poco de tiempo antes de preguntar:
-Y ¿dónde vamos a hundirnos, si no es mala pregunta?
Víctor se acarició las barbas:
-Bueno -respondió- eso es largo de explicar. Nos llevaría mucho tiempo.
Miguel DELIBES, El disputado voto del señor Cayo, Destino, Barcelona, 1979.
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