H. G. Wells: “History is a race between education and catastrophe”.

lunes, 19 de noviembre de 2012

2º A.S. - BLOQUE 8 - Kabul




Kabul se convirtió en la capital de la construcción sin ton ni son. No había un plan urbanístico actualizado ni ningún tipo de regulación. A principios de 2012, en la ciudad vivían cinco millones de habitantes. Su población se había multiplicado casi por cinco desde la caída del régimen talibán. En octubre de 2010 entrevisté al alcalde, que me expresó su preocupación por las aguas fecales y la gran cantidad de desechos que se acumulaban en la capital. El sistema de saneamiento seguía siendo el mismo que el del año 2001 a pesar del crecimiento demográfico, por lo que no existía un sistema adecuado de tratamiento de las aguas residuales, y, según explicó, eso ponía en peligro las aguas subterráneas que se utilizaban para el consumo.

Sólo un tercio de las calles de Kabul estaban asfaltadas y cada día circulaban por la ciudad unos cuatrocientos mil vehículos, lo que levantaba una gran polvareda y aumentaba los niveles de polución. A raíz de esto, a finales de 2010 Hamid Karzai decretó que en la capital afgana los funcionarios tendrían fiesta dos días a la semana, los jueves y los viernes, y no sólo uno como en el resto del país. No lo decidió pensando en los derechos laborales de los empleados, sino confiando en que habría menos movimiento de coches y, por lo tanto, menos contaminación si la gente no iba a trabajar.

Kabul simboliza lo que era Afganistán tras más de diez años de presencia internacional: un país cuya apariencia de desarrollo y mejora era pura ficción.

Mònica BERNABÉ, Afganistán, Debate, Barcelona, 2012.