H. G. Wells: “History is a race between education and catastrophe”.

martes, 20 de marzo de 2012

1º CC.SS. - TEMA 10 - Ptahor, el trepanador real, visita al padre de Sinuhé


Ptahor, el trepanador real, llegó en una simple silla de manos llevada por dos esclavos negros. Apoyando la mano sobre el hombro de mi padre, Ptahor subió los escalones de la terraza, yo le vertí el agua sobre sus manos a pesar de sus protestas y le tendí la servilleta. Pero él me rogó que puesto que le había mojado las manos se las secase. Después me dio amistosamente las gracias y dijo que era un buen muchacho.

La velada fue muy confusa, pues mi padre se entregó a la bebida más de lo razonable. Cuando hubieron terminado la jarra de vino, bebieron los vinos medicinales de mi padre y acabaron contentándose con cerveza ordinaria, pues Ptahor afirmaba que no era exigente.

Evocaron los años de estudio en la Casa de la Vida, contaron anécdotas sobre sus maestros y se abrazaron tambaleándose con efusión. Ptahor explicó sus experiencias como trepanador real y dijo que era el último de los oficios para un médico especialista. Pero el trabajo no era penoso, lo cual ya era una ventaja apreciable para un perezoso como él. ¿No es verdad, mi viejo Senmut? El cráneo humano, sin hablar de la garganta y las orejas que requieren los cuidados de un especialista, era a su juicio la cosa más difícil de aprender; por esto lo había elegido.

-Pero -añadió- si hubiese sido un médico enérgico hubiera sido un buen médico ordinario y habría dado la vida en lugar de dar la muerte cuando los parientes están hartos de los viejos y de los enfermos incurables. Daría la vida como tú, amigo Senmut. Sería quizá más pobre, pero viviría una vida respetable y más sobria.

-No creáis una palabra, hijos míos -dijo mi padre-. Estoy orgulloso de mi amigo Ptahor, trepanador real, que es el hombre más eminente en su ramo. ¿Cómo no recordar sus maravillosas trepanaciones que salvaron la vida de tantos nobles y villanos y suscitaron un asombro general? Expulsa los malos espíritus que enloquecen a las gentes y extrae de los cerebros los huevos redondos de las enfermedades. Sus clientes reconocidos lo han colmado de oro y plata, de collares y de copas.

-He recibido dones de parientes reconocidos -dijo Ptahor con la lengua pastosa-. Porque si por azar curo un enfermo sobre diez o sobre cincuenta, no, digamos sobre cien, la muerte de los demás es mucho más cierta. ¿Has oído acaso hablar de un faraón que haya sobrevivido tres días a la trepanación? No, me mandan los incurables y los locos para que los trate con mi trepanador de sílex, y tanto más pronto cuanto más ricos o nobles son. Mi mano libra de los sufrimientos, mi mano distribuye las herencias, las tierras, el ganado y el oro; mi mano eleva un faraón al trono. Por eso se me teme, y nadie osa contradecirme, porque sé demasiadas cosas. Pero lo que aumenta el saber aumenta también el dolor, y por esto soy tan desgraciado.


Mika WALTARI, Sinuhé el egipcio, Debolsillo, Barcelona, 2003.