El botín y las provisiones tomadas en la batalla permitieron proseguir la campaña. En un mismo día los cristianos tomaron los castillos de Vilches, Ferral, Baños y Tolosa, dejando guarniciones para utilizarlos como bases de los ataques a Andalucía. Al día siguiente arrasaron las murallas de Baeza, que encontraron abandonada a su suerte. Desde allí los cristianos sitiaron Úbeda durante tres días; finalmente cedió y todos sus habitantes fueron hechos prisioneros. La ciudad era difícil de retener, por lo que se decidió arrasarla como a Baeza. A pesar de los triunfos, la peste y la rapiña se extendieron entre los miembros del ejército cristiano, que debió retirarse a Toledo.
Todos los reinos peninsulares se beneficiaron de la campaña de las Navas, pero sobre todos Castilla fue la gran triunfadora. La frontera castellano-andalusí se restableció en la línea de Sierra Morena, e incluso avanzó con la ocupación de fortalezas al sur de la cordillera. Por otra parte, la batalla de las Navas supuso la primera gran derrota de los almohades en lucha campal; sus repercusiones ideológicas fueron bien aprovechadas por los castellanos. El desastre bélico no fue más que el comienzo de la descomposición almohade.
Vicente Ángel ÁLVAREZ PALENZUELA (coord.), Historia de España de la Edad Media, Ariel, Barcelona, 2002.