Paracelso asegura haber hallado la piedra filosofal, un menstruo o disolvente universal, su famoso alcahest, la manera de prolongar mucho la vida prometiendo que él había de vivir tanto como Matusalén. En los prolegómenos de Archidoxa medicinae (que había de comprender diez libros y de los cuales aparecieron primeramente nada más que nueve), se expresa de este modo: "Había resuelto dar a luz los diez libros de esta obra, pero he reservado en mi cabeza el décimo, pues es un tesoro que los hombres no son dignos de poseer, y no se publicará hasta que hayáis adjurado de Aristóteles, Avicena y Galeno, y prometido una sumisión perfecta al solo Paracelso".
Llamado una tarde para que se visitase a un enfermo de peligro, nuestro Paracelso juzgó más conveniente diferir sus asistencia para el siguiente día. Fue a verle, y habiendo preguntado si el enfermo había recibido algún socorro, le contestaron que, hallándose a punto de morir, le hicieron administrar los sacramentos, nada más. A lo que Paracelso replicó con altivez: "Pues bien. Ya que se ha recurrido a otro médico, estoy aquí demás".
Perderíamos lastimosamente el tiempo si quisiéramos referir las extravagancias e insolente conducta del renombrado Paracelso. Baste decir, en conclusión, que al fin anduvo vagando de pueblo en pueblo, ebrio y destrozadas sus asquerosas vestiduras, hasta que murió en un hospital en 1541, a los 47 o 48 años de edad, sin embargo de haber prometido vivir tanto como Matusalén.
Jerónimo DARDER, Cirugía veterinaria, Imprenta Viñas, Madrid, 1860.
