Durante la Alta Edad Media, la tendencia a la economía cerrada y la poca amplitud de los intercambios internacionales habían reducido la función de la moneda. En el comercio internacional desempeñaron papel preponderante las monedas no europeas: el nomisma bizantino y los dinares árabes. A partir de la época carolingia en la Europa cristiana el patrón monetario era la plata, representada ante todo en el denario, también ocupó un lugar de primer orden el dirhem musulmán.
Con el auge de la revolución comercial, todo cambia en el siglo XIII. Occidente vuelve a acuñar oro. A partir de 1252, Génova acuña regularmente denarios de oro y Florencia los famosos florines; a partir de 1266, Francia posee los primeros escudos de oro; a partir de 1284, Venecia tiene sus ducados; en la primera mitad del siglo XIV, Flandes, Castilla, Bohemia e Inglaterra siguen el movimiento.
En adelante, en los pagos comerciales pasa a primer plano el problema del cambio. A ese respecto, además de la diversidad de moneda debe tenerse en cuenta:
a) La existencia de dos patrones paralelos: oro y plata.
b) El precios de los metales preciosos, que sufrieron un alza en los XIV y XV que será uno de los principales motores de los grandes descubrimientos.
c) La acción de las autoridades políticas. En efecto, el valor de las monedas estaba en poder de los gobiernos, que podían variar el índice de la misma, es decir: el peso; el título o el valor nominal.
d) Las variaciones estacionales del mercado de dinero.
Por lo tanto la letra de cambio respondía a cuatro eventuales deseos del mercader y le ofrecía cuatro posibilidades:
a) El medio de pago de una operación comercial.
b) El medio de transferir fondos entre dos plazas que utilizaban monedas diferentes.
c) Una fuente de crédito.
d) Una ganancia financiera al jugar con las diferencias y variaciones del cambio en las diferentes plazas.
Un ejemplo de letra de cambio:
En el nombre de Dios, el 18 de diciembre de 1399, pagaréis por esta primera letra de uso a Brunaccio di Guido 472 libras 10 céntimos de Barcelona, las cuales 472 libras 10 céntimos valederas 900 escudos a 10 céntimos 6 denarios por escudo me han sido pagadas aquí por Ricardo degli Alberti. Pagadlas en buena y debida forma y ponedlas en mi cuenta. Que Dios os guarde. Ghuiglielmo Barberi.
Jacques LE GOFF, Mercaderes y banqueros en la Edad Media, Eudeba, Buenas Aires, 1969.
Con el auge de la revolución comercial, todo cambia en el siglo XIII. Occidente vuelve a acuñar oro. A partir de 1252, Génova acuña regularmente denarios de oro y Florencia los famosos florines; a partir de 1266, Francia posee los primeros escudos de oro; a partir de 1284, Venecia tiene sus ducados; en la primera mitad del siglo XIV, Flandes, Castilla, Bohemia e Inglaterra siguen el movimiento.
En adelante, en los pagos comerciales pasa a primer plano el problema del cambio. A ese respecto, además de la diversidad de moneda debe tenerse en cuenta:
a) La existencia de dos patrones paralelos: oro y plata.
b) El precios de los metales preciosos, que sufrieron un alza en los XIV y XV que será uno de los principales motores de los grandes descubrimientos.
c) La acción de las autoridades políticas. En efecto, el valor de las monedas estaba en poder de los gobiernos, que podían variar el índice de la misma, es decir: el peso; el título o el valor nominal.
d) Las variaciones estacionales del mercado de dinero.
Por lo tanto la letra de cambio respondía a cuatro eventuales deseos del mercader y le ofrecía cuatro posibilidades:
a) El medio de pago de una operación comercial.
b) El medio de transferir fondos entre dos plazas que utilizaban monedas diferentes.
c) Una fuente de crédito.
d) Una ganancia financiera al jugar con las diferencias y variaciones del cambio en las diferentes plazas.
Un ejemplo de letra de cambio:
En el nombre de Dios, el 18 de diciembre de 1399, pagaréis por esta primera letra de uso a Brunaccio di Guido 472 libras 10 céntimos de Barcelona, las cuales 472 libras 10 céntimos valederas 900 escudos a 10 céntimos 6 denarios por escudo me han sido pagadas aquí por Ricardo degli Alberti. Pagadlas en buena y debida forma y ponedlas en mi cuenta. Que Dios os guarde. Ghuiglielmo Barberi.
Jacques LE GOFF, Mercaderes y banqueros en la Edad Media, Eudeba, Buenas Aires, 1969.