El flujo de combatientes occidentales no sólo no amaina sino que sigue creciendo: en abril de 1191 el rey de Francia, Felipe Augusto, desembarca con sus tropas cerca de Acre seguido, a principios de junio, por Ricardo Corazón de León.
"Este rey de Inglaterra, Malek al-Inkitar —nos dice el historiador árabe Baha al-Din— era un hombre valiente, enérgico, audaz en el combate. Aunque inferior en rango al rey de Francia, era más rico y tenía más fama como guerrero. De camino, se paró en Chipre y se apoderó de esta ciudad. Y cuando apareció frente a Acre acompañado de veinticinco galeras repletas de hombres y de material de guerra, los frany lanzaron gritos de alegría y encendieron grandes hogueras para celebrar su llegada. En cuanto a los musulmanes, este acontecimiento colmó sus corazones de temor y aprensión."
A los treinta y tres años, el gigante pelirrojo que lleva la corona de Inglaterra es el prototipo del caballero belicoso y frívolo cuya nobleza de ideales no consigue enmascarar la desconcertante brutalidad y la total ausencia de escrúpulos. Pero si ningún occidental permanece insensible a su encanto y a su innegable carisma, el propio Ricardo, en cambio, está fascinado por Saladino. Nada más llegar, intenta verlo, le envía un mensajero a al-Adel y le pide que organice una entrevista con su hermano. El sultán contesta, sin vacilar un instante: "Los reyes sólo se reúnen tras llegar a un acuerdo, pues no es conveniente guerrear contra aquel que se conoce y con quien se ha comido"; pero autoriza a su hermano a entrevistarse con Ricardo a condición de que ambos estén rodeados de sus soldados. Los contactos prosiguen, aunque sin grandes resultados. "De hecho —explica Baha al-Din—, la intención de los frany al enviarnos mensajeros era sobre todo conocer nuestros puntos fuertes y nuestras debilidades. Y nosotros, cuando los recibíamos, teníamos exactamente la misma intención. Ricardo desea sinceramente conocer al conquistador de Jerusalén pero, desde luego, no ha venido a Oriente a negociar. Ricardo desea sinceramente conocer al conquistador de Jerusalén pero, desde luego, no ha venido a Oriente a negociar."
Amin MAALOUF, Las cruzadas vistas por los árabes, Alianza, Madrid, 2009.
"Este rey de Inglaterra, Malek al-Inkitar —nos dice el historiador árabe Baha al-Din— era un hombre valiente, enérgico, audaz en el combate. Aunque inferior en rango al rey de Francia, era más rico y tenía más fama como guerrero. De camino, se paró en Chipre y se apoderó de esta ciudad. Y cuando apareció frente a Acre acompañado de veinticinco galeras repletas de hombres y de material de guerra, los frany lanzaron gritos de alegría y encendieron grandes hogueras para celebrar su llegada. En cuanto a los musulmanes, este acontecimiento colmó sus corazones de temor y aprensión."
A los treinta y tres años, el gigante pelirrojo que lleva la corona de Inglaterra es el prototipo del caballero belicoso y frívolo cuya nobleza de ideales no consigue enmascarar la desconcertante brutalidad y la total ausencia de escrúpulos. Pero si ningún occidental permanece insensible a su encanto y a su innegable carisma, el propio Ricardo, en cambio, está fascinado por Saladino. Nada más llegar, intenta verlo, le envía un mensajero a al-Adel y le pide que organice una entrevista con su hermano. El sultán contesta, sin vacilar un instante: "Los reyes sólo se reúnen tras llegar a un acuerdo, pues no es conveniente guerrear contra aquel que se conoce y con quien se ha comido"; pero autoriza a su hermano a entrevistarse con Ricardo a condición de que ambos estén rodeados de sus soldados. Los contactos prosiguen, aunque sin grandes resultados. "De hecho —explica Baha al-Din—, la intención de los frany al enviarnos mensajeros era sobre todo conocer nuestros puntos fuertes y nuestras debilidades. Y nosotros, cuando los recibíamos, teníamos exactamente la misma intención. Ricardo desea sinceramente conocer al conquistador de Jerusalén pero, desde luego, no ha venido a Oriente a negociar. Ricardo desea sinceramente conocer al conquistador de Jerusalén pero, desde luego, no ha venido a Oriente a negociar."
Amin MAALOUF, Las cruzadas vistas por los árabes, Alianza, Madrid, 2009.